Me llamo Eduardo, tengo 56 años, nací y viví toda mi vida en Firmat. Y nunca pensé que iba a tener que escribir estas líneas con tanta bronca y tristeza.
Firmat ya no es lo que era. El pueblo tranquilo en el que uno podía salir a caminar a cualquier hora, dejar la puerta abierta, charlar en la vereda con los vecinos… parece haber quedado en el pasado. Hoy, los que trabajamos, los que queremos vivir en paz, estamos encerrados detrás de rejas, mientras los delincuentes andan sueltos como si nada.
Los chorros se adueñaron de las calles. Motos sin patente, robos a plena luz del día, entraderas, amenazas. ¿Y nosotros? Mirando por la ventana con miedo. Esto es el mundo del revés: los que cumplen la ley viven como presos, y los que la rompen hacen lo que quieren.
No escribo esto con ánimo político, ni con bronca ciega. Lo escribo porque me duele ver cómo se pierde lo que tanto costó construir. Porque tengo hijos, tengo nietos, y no quiero que crezcan pensando que vivir con miedo es normal. Porque ya no alcanza con decir "si te pasó, hacé la denuncia". Ya nos cansamos de denunciar. Queremos respuestas.
Firmat merece volver a ser el lugar seguro que supo ser. Y merecemos vivir sin miedo.
Atentamente,
Eduardo

